Christine de Pizan se crió en la corte de los reyes de Francia, se casó a los 15 y quedó a cargo de su familia. En pleno siglo XV se convirtió en la primera escritora profesional de la historia, y desde su obra defendió los derechos de las mujeres.
La teoría feminista tiene siglos de antigüedad. Aunque, en general, la primera ola del feminismo se sitúa durante el movimiento sufragista, no debemos olvidar la lucha de algunas madres simbólicas precursoras por defender sus derechos literarios y ciudadanos.
Una “querella” para negar derechos
Escrita entre diciembre de 1404 y abril de 1405, La ciudad de las damas surge en el contexto de la polémica de la querella de las mujeres (querelle des femmes). Nacida en Europa a finales del siglo XIV, y perdurando hasta la Revolución Francesa, la querella de las mujeres fue un debate literario sobre las relaciones de y entre los sexos, así como sobre el valor de las mujeres y de lo femenino, que se manifestó públicamente en tertulias y múltiples escritos en la Europa medieval.
En general cuestionaba la dignidad de las mujeres y su capacidad intelectual. Surgió como un diálogo entre hombres escritores, hasta que a principios del siglo XV apareció en escena Christine de Pizan. Ella fue la primera escritora que participó de manera pública en esta polémica. En La ciudad de las damas, Pizan defendió la capacidad intelectual de las mujeres y su derecho a acceder a la universidad y la política.
Después de Christine de Pizan, la querella de las mujeres se diseminó. Otras representantes destacadas en el debate fueron Lady Mary Chudleigh, Judith Drake y Constantia Munda en Inglaterra, Lucrezia Marinella y Laura Terracina en Italia, y Marie de Romieu y Marie de Gournay en Francia.
Educación de privilegio
Nacida en Venecia en 1364, hija del astrólogo y físico Tommaso da Pizzano, Christine de Pizan abandonó las tierras italianas de pequeña, cuando el padre se convirtió en consejero de Carlos V de Valois e instaló a la familia en París. El rey no sólo le proporcionó una vivienda lujosa y una renta importante, sino que le concedió el privilegio de que su hija fuera educada como una princesa.
En 1379, a los quince años, Christine de Pizan se casó con Étienne Castel, de veinticuatro, noble que acababa de ganar el cargo de notario del rey. En 1389 la peste se llevó al marido de Pizan y la dejó viuda con veinticinco años, tres criaturas, una madre y una sobrina a su cargo, y en una situación económica desesperante.
Pizan inició su carrera literaria con el objetivo de conseguir recursos para su familia. Su producción, que abarca tres décadas, es abundante y variada: centenares de poemas y epístolas, biografías, como la de Carlos V (1404) y la de Juana de Arco (1429), obras memorialísticas y tratados de filosofía, de instrucción moral y de política. En total llegó a escribir cincuenta y cinco libros.
Además, hay que añadir las relacionadas con la temática de las mujeres y sus derechos, que culminó con la publicación en 1405 de la primera utopía feminista de todos los tiempos: La ciudad de las damas. Con el estallido de la guerra civil en Francia, en 1412 Pizan huyó de París y se refugió en el convento de Poissy hasta los últimos días. Murió en 1430, a la edad de sesenta y seis años.
Una utopía revolucionaria
La ciudad de las damas surge en respuesta al tratado misógino del siglo XIII Las Lamentaciones de Matheôle, poema latino escrito por el clérigo Matheolus y traducido al francés a finales del siglo XIV por Jean Le Fèvre de Ressons, en el cual se tacha a las mujeres de mentirosas, lujuriosas y desobedientes.
La ciudad de las damas relata el encuentro de la autora con tres altas damas, la Razón, la Rectitud y la Justicia, a las que pregunta cuestiones referentes al desprecio que los hombres sienten por las mujeres. Las respuestas de las damas rebaten los argumentos sexistas y androcéntricos con ejemplos mitológicos e históricos de múltiples mujeres cultas, valientes y virtuosas. Paralelamente al diálogo, a iniciativa de las tres damas y con la complicidad de la autora, construyen una ciudad con el objetivo de ser habitada únicamente por el sexo femenino.
Pizan concibe la ciudad como un espacio de sororidad, que se construye en tres etapas, coincidentes con las tres partes del libro. En la primera, la Razón ayuda a la autora a levantar los muros y a cerrar las fortificaciones de la ciudad. Asimismo, las tres damas y Pizan conversan abiertamente sobre algunos temas, entre los que destacan el hecho de reivindicar la escritura como un espejo de la verdad, la madurez del yo femenino en tanto que entidad social y política y la trascendente importancia de que las mujeres tengan acceso a la educación para que puedan elegir libremente.
En la segunda, la Rectitud asiste a Pizan para erigir las casas, los edificios y los templos. La escritora también le pregunta si es verdad que son las mujeres las que convierten el estado del matrimonio en tan difícil carga de soportar. La Rectitud recuerda ejemplos de mujeres que amaron profundamente a sus maridos, que fueron discretas, fieles y excelentes consejeras: la reina Hipsicrata, la emperatriz Triaria, la reina Artemisa, la noble Agripina. En la tercera, la Justicia le ampara en la construcción de las cubiertas y los tejados y en la elección de las mujeres ilustres que la habitarán. Conducidas por la Virgen María, le siguen otras santas y vírgenes mártires.
Las dos primeras partes, más largas, tienen un planteamiento más clásico e histórico. La última, más breve y de recapitulación, es claramente de base cristiana. Como la ciudad imaginaria de Platón en la República o la de San Agustín en La ciudad de Dios, Pizan sitúa el libro en un lugar físico y simbólico gobernado por mujeres que representa alegóricamente el restablecimiento de los antiguos matriarcados.
En definitiva, La ciudad de las damas se presenta como la primera “ginecotopía”: “Un espacio propio donde poder vivir en paz sin la misoginia dominante, con las manifestaciones de la propia cultura, con una genealogía femenina que justifica y protege el bienestar de las mujeres y promueve y respeta las diferencias”. Con La ciudad de las damas, Pizan se adelanta más de un siglo a la celebrada Utopía de Tomás Moro, publicada en 1516.
Con Marie de Gournay, Olympe de Gouges o Mary Wollstonecraft, Christine de Pizan es una de las madres simbólicas de la literatura feminista, una de las primeras que luchó con su escritura, a cara descubierta, para destruir el patriarcado de su época.